Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), cerca de un tercio de la producción de alimentos a nivel mundial se desperdicia. Esta situación -con repercusiones sociales, económicas y medioambientales adversas- es aún más crítica si se toma en cuenta lo que sucede con frutas y verduras frescas: entre un 40%y un 50% del total producido se descarta y termina en la basura. Esto significa que casi la mitad de los recursos, costos y esfuerzos para producirlas son desaprovechados en el camino que va desde el campo a los hogares.
Con el objetivo de dar respuesta a esta problemática, el investigador del Conicet en la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (Proimi)) Leandro Sánchez, junto a una plantilla de especialistas, se propusieron desarrollar una alternativa natural y sustentable para proteger frutas y verduras en la etapa poscosecha, informa en un comunicado el Conicet NOA Sur.
La propuesta dio origen, hace dos años, a la fundación de Nat4Bio, una empresa de base tecnológica (EBT) tucumana, que hoy cuenta con inversión de capital y emplea profesionales del sector privado.
Desde la fundación de la EBT, el equipo de microbiólogos, biotecnólogos, ingenieros industriales y agrónomos elabora un bioproducto capaz de defender los cultivos ya cosechados ante distintas amenazas patógenas, y así preservar los alimentos frescos para su consumo.
Se trata de un recubrimiento o película comestible, que se aplica sobre la superficie de frutas y verduras. Ese recubrimiento está formado por biopolímeros microbianos y compuestos producidos por microorganismos nativos seleccionados.
El desarrollo es un ejemplo de vinculación público-privada en el que participan recursos humanos del sistema público de ciencia y tecnología, y tiene el objetivo de optimizar la productividad agrícola de forma sostenible y amigable con el medioambiente.
“Es un caso exitoso de innovación, que apunta a solucionar un fenómeno global adverso, al prolongar la vida útil de los cultivos”, afirma Sánchez.
Defensa múltiple
El producto realizado en Nat4Bio otorga a los cultivos una protección dual, no solo de agentes patógenos, sino que también actúa como un escudo invisible, porque sella las heridas que pueden generarse durante la cosecha. Además, preserva frutas y verduras de fenómenos físico-químicos, como la deshidratación. La película controla la transpiración, respiración y liberación de gases del fruto, y ayuda a prevenir la oxidación y el daño que pueda ocasionar el frío de las cámaras de conservación.
“Con el uso de la formulación logramos reducir la tasa de respiración. Hay una hormona que producen ciertas frutas que se llama ‘etileno’. Cuando dejás una palta al lado de otra, maduran juntas, al igual que las bananas o los mangos, y esto está vinculado a la producción de etileno. Esta película reduce la producción de etileno y logra que la fruta dure más tiempo”, explica Sánchez.
Actualmente la EBT produce principalmente un bioproducto para cítricos, pero cuenta con prototipos para otras frutas, como peras, manzanas, paltas, arándanos, frutillas y, próximamente, planean se expandirá el servicio a mangos y bananas.
Asimismo, el investigador explica que cada tipo de fruta tiene sus propios problemas: en el caso de los cítricos, hay que evitar que se infecten y disminuir la pérdida de peso, durante el transporte. Diferente es el caso de peras y manzanas, a las que el proceso de guarda en frío produce un daño fisiológico conocido como escaldadura, que es uno de los problemas que más aqueja a la región.
“En Nat4Bio optimizamos el producto para cada tipo de fruta y luego lo llevamos a las diferentes producciones”, destaca Sánchez. Detalla que la aplicación se hace en los empaques -que son líneas de procesamiento donde la fruta se limpia, se selecciona y se embala- mediante un sistema de aspersión y posterior cepillado: “Luego, la fruta se seca y se coloca en cajas que serán enviadas posteriormente a distintos mercados como USA, Europa, Rusia, China, entre otros”, señala.
De Tucumán al mundo
En 2022, Sánchez y Julia Fariña, también investigadora del Conicet en el Proimi en aquel momento, fundaron Nat4Bio junto al ingeniero industrial Joaquín Fisch, a quien conocieron en el marco de un programa latinoamericano de formación de empresas de base científica -organizado por una aceleradora latinoamericana- que tenía el objetivo de crear equipos en los que se combinara la experiencia en ciencia y negocios.
Rápidamente, la empresa fue seleccionada por otro proceso de aceleración internacional de biotecnología que propuso sumar la iniciativa a su programa de mentoreo en Nueva York, y gracias a la que recibieron inversión adicional.
“El capital otorgado fue esencial para hacer las primeras contrataciones, adquirir equipamiento y pactar servicios para desarrollar el MVP (Producto Mínimo Viable, por sus siglas en inglés), llevando esa línea de investigación del laboratorio al campo”, subraya Sánchez. Añade que esta innovación se sustenta en estudios -que comenzaron con su beca doctoral y continuaron tras su ingreso a la carrera de investigador del Conicet- que tuvieron como foco principal el desarrollo de nuevos bioproductos que representen una solución a problemáticas de las industrias de Tucumán y del NOA.
El investigador considera que el producto desarrollado tiene en cuenta dos aristas: la compleja situación del desperdicio de los alimentos, y la disminución de la utilización de compuestos químicos de síntesis, algunos de ellos nocivos para la salud y el medioambiente.
De hecho, el avance en la prohibición del uso este tipo de productos a nivel mundial implica para la industria el desafío de sustituirlos por alternativas efectivas, que se encuentren en los márgenes de costos y que se caractericen por ser inocuas y naturales.